viernes, 20 de noviembre de 2015

Extraños conocidos.

¿Nunca os habéis preguntado qué pensará la gente de vosotros? No hablo de amigos o familia, gente que nos conoce de sobra, sino de esa gente que nos cruzamos de forma totalmente ordinaria e insignificante. Desde pequeña esto me ha llamado mucho la atención: cada día podemos ver alrededor de unas 50 caras nuevas diferentes sin expresar atención alguna, pero que en verdad, es algo mágico que tiene este mundo lleno de personas humanas y a priori, racionales.

Pensadlo: desde siempre nos han dicho que no hablemos con extraños. Por eso, es normal, que si no conocemos a alguien en el trabajo o en clase, no nos juntemos con ellos; pero por ejemplo, sí nos sentamos al lado de un completo desconocido en el autobús o en el metro o compartimos alguna mirada o sonrisa con algún compañero de vagón. ¿Verdad? ¿Habías caído en la cuenta? ¿Te parece interesante? Sigamos.
El transporte público es algo conocido por todos y muy normal, pero, qué me decís de ir a ver una película, a un restaurante o mucho más alucinante, coger un avión. Tengo mucha suerte porque desde pequeña he viajado a menudo en este medio de transporte y siempre me ha parecido increíble que 300 personas que no se conocen de nada, se hayan puesto de acuerdo para coger el mismo avión, de la misma compañía, a la misma hora, al mismo minuto y al mismo destino pero quizá, eso sí, con motivos diferentes. Solo por esto, las conexiones y relaciones entre humanos me parecen completamente fascinantes.
Lo mismo pasa con una película en el cine. Hay un montón de cines, de películas y de sesiones, y a lo mejor, un martes de diciembre a las 18:52, unas setenta personas hemos decidido ir a ver la misma película. Y lo mejor de todo es la diversidad: hay jóvenes, familias, ancianos. Cada uno de ellos, escondiendo una historia tras su rostro, pero que en ese momento, todos tenemos un presente de nuestra historia en común. Precioso, ¿eh?

Incluso a veces pienso sobre a lo que se podrían dedicar esas personas compañeras de avión, cine o metro. Por eso me pregunto si a alguien le habrá pasado conmigo. Algo que nunca sabré, porque desgraciadamente, todavía no se lleva eso de hablar con gente que no conoces, aunque igual deberíamos probarlo, quizá nos estamos perdiendo de conocer a alguien que es igual que nosotros, o totalmente diferente. Por eso habría que descubrirlo.

Viva la humanidad, sobre todo en estos tiempos.

Y ahora contadme, ¿alguien más se ha planteado esto o soy yo, que estoy demasiado loca?

Besos.-


domingo, 8 de noviembre de 2015

Pequeños detalles para vivir mejor


El mundo va en picado, se cae como las hojas de los árboles en tiempo otoñal, está triste, le cuesta girar. Parece que la guerra le ha ganado la batalla al amor, que lo negro abunda y ya no se ve el color, los propios humanos tienen que huir de sus países y, seres que se hacen llamar hombres matan a sus propias mujeres…
Qué está pasando. Me declaro culpable de no entender nada, de no saber qué hacer y de sentir impotencia cada vez que veo las noticias.

Vivimos en un mundo en el que la desesperación está a la orden del día, a la gente le cuesta sonreír y es muy difícil poder comprarse cualquier cosa. Pero ahora es cuando debemos darnos cuenta de que lo mejor de este mundo no son cosas y que no hace falta que sean compradas con dinero. Se trata de vivir lo más feliz que se pueda con pequeños detalles que nos rodean día a día y que parecen insignificantes pero, que de manera inconsciente nos sacan una sonrisa: desayunar la pizza del día anterior, escuchar tu canción favorita, ir caminando y que se escuche una melodía tocada por el músico ambulante; el primer baño del verano, y el primer helado; una gran carcajada producida por algún amigo de esos por los que darías la vida; pasar las tardes en casa sin hacer nada o estar con alguien solo por estar, sin necesitar nada más; sentir que vuelas al verte inmersa en una ráfaga de viento; enamorarte en el metro; un beso; un abrazo capaz de decirte sin palabras que todo va a ir bien; escribir lo que sientes; leer el libro que estabas esperando; dibujar tu paisaje favorito y una lista infinita de cosas, que cada persona, con sus costumbres y sus rarezas podría elaborar.


El mundo está en picado. Todo se derrite como los icebergs y nada parece merecer la pena. Pero siempre queda algo de esperanza, algo de luz, por pequeña que sea. No nos callemos ahora, y empecemos a vivir.

domingo, 1 de noviembre de 2015

El tiempo, París y nosotros


Qué pequeña me siento cuando pienso en lo grande que es el mundo y en todos los lugares que existen para encontrarme contigo. Siento una gran disyuntiva dentro de mí cada vez que pienso en esto y en nosotros, porque:

por una parte, hay millones de lugares donde podríamos vernos: girarme y encontrarte, jugar al escondite, estar haciendo una foto a un monumento y que grites mi nombre sin yo esperarlo. ..
Pero por otra, muchos son los lugares donde podríamos vernos, y, dime: ¿tendría que ir a todos solo por verte? ¿En qué orden? Sería jugar a la Odisea, con la diferencia de que tú no estarás al final de mi aventura esperándome.

Y dime, qué hago si estoy en mi casa, mientras llueve fuera, pensando en ti, sin saber lo que estás haciendo. Que lo mismo ya estás con otra, diciéndole “je t’aime” mientras sonríes y yo sigo aquí, porque nadie ha sabido llenar tu vacío. 
Confío en mi amigo el tiempo. Él ya me conoce, y sabe la dosis que necesito para olvidar algo como esto. Aunque creo que es a lo más grande que me he enfrentado y no sé si ni siquiera él va a saber consolarme.
Y en este caos de vida que llevo, en el que no hago otra cosa que pensar en ti, te propongo un plan:


¿Quedamos en París dentro de cinco años?